Algunos meses han pasado desde el último relato de pesca y aunque alguno de ellos he estado sin pescar, la ausencia de los relatos ha sido por no encontrar lo necesario para enfrentarme a un espacio en blanco y rellenarlo con palabras. Vivimos nuestras experiencias en la vida conforme se nos presentan y esa misma vivencia se puede comprender de distintas maneras en función de la fase de la vida que nos encontramos. La razón de estos relatos escritos es como un diario de aventuras de pesca mezcladas con sensaciones, sentimientos y emociones donde mis hijas tendrán una fuente para recordar.
Es importante para mi continuar con estas historias y ahora vuelvo a poder escribir en ese espacio en blanco. Y qué mejor que hacerlo respondiendo a la pregunta que en dos ocasiones me ha hecho mi hija mientras me observaba la mirada. ¿Qué te pasa, Papá?.
La primera de las veces aparté la mirada, luego intenté esbozar una sonrisa, y seguidamente expresé, no pasa nada. La segunda ocasión mantuve la mirada y expresé, no lo se pero no te preocupes que esto va a cambiar. Ahora ya con el cambio, incluso puedo dar respuesta haciendo uso de una cita, y un par de reflexiones.
El alma es un piano de múltiples teclas
Kandisky
Una reflexión, que no es mía sino de la persona que citó a Kandinsky, ayuda un poco más a construir la respuesta. «Pensar que son innumerables los sonidos del alma…».
Y ahora mi reflexión para terminar de responder a la pregunta. El alma, vista como la definición propia del ser, de la persona. La mirada, la cara, la sonrisa, es el reflejo de ese ser. El sonido o sonidos del alma se producen como cuando se pulsa una combinación de las teclas. Los estímulos exteriores si no están en unísono con tu ser, pueden llegar a provocar que se activen o desactiven teclas del piano produciendo ese sonido distinto a tu ser. Para recuperar el sonido de tu alma vuelve a tu principio, busca ser consecuente en todo momento con tu principio, «Padre. En ocasiones un pez».
Llegó al mar el temporal antes que el propio temporal. El viernes tarde llegué justo a observar la luz del atardecer y ya reflejaba el mar que dirección tomaría la fuerza del mismo en el temporal. El sábado por la mañana fue imposible una salida de pesca desde embarcación a primera hora y cerca del mediodía decidí probar a realizar una salida de pesca submarina.
Aquí el atardecer del viernes tarde.
Decidí para la jornada un rincón a resguardo del temporal, y a decir verdad estaba más a resguardo de lo que intuí previamente pues faltó un poco más de movimiento de agua. No obstante un buen lugar para una jornada tranquila de pesca submarina. Al finalizar eché en falta que el agua en esa zona estuviese más fuerte. Inicio en la zona donde estaba un poco más tomada el agua, poco la verdad, pero lo justo para buscar un desembarco desde las piedras de superficie a zona con agua movida y turbia. Efectivamente allí estaba un par de mújoles de buen porte, y sin más dilación opto por uno de ellos y logro la primera captura del día a las primeras de cambio. Un mújol ya estaba en el pasador. Ya andaba cavilando que podría ser un buen día de pesca, pero esto se desvaneció tan pronto como avancé unos metros más allá y empecé a notar el agua tranquila, menos turbia por lo que tocaba currárselo más si alguna pieza más quería obtener. Fuese lo que fuese en el agua iba a continuar ajenos a todo, en mi mundo de agua y volviendo a percibir con más claridad sensaciones algo olvidadas. No es el hecho de pescar lo olvidado sino el vivir ese instante y posteriormente poder recordarlo volviendo a ti todo lo que ahí sucede. Continuaba con mi único mújol en la cintura cuando se produce un role de viento y empieza a soplar fuertes ráfagas de viento del norte acompañadas con nubes negras que deja caer un chaparrón. Este aire no va a enturbia el agua, solo que en la zona final quizás haya un poquito de vida. Esto me da la motivación necesaria para dejar el frío que ya empezaba a sentir después de 2 horas en el agua y un sólo pez en la cintura. Estando en superficie me parece haber observado sobresaliendo un poco de una cornisa que forma el límite de la posidónea, la punta de la cola de un pez, un posible sargo, que si lo es, es de un tamaño muy apañado. Me coloco para afrontar apropiadamente la cornisa de tal manera que caeré sobre ella pero justo por el perfil de tal manera que pueda asomarme a su filo y esperar a ver si asoma el pez. No tarda en surgir el morro de un sargo de un tamaño grande para las aguas de Murcia y a tan poca agua, me recreo con la visión pues no es nada fácil toparse con esta pieza de esta manera,aprovechando que el acercamiento ha sido óptimo y el pez no sale huyendo, logro, tras ese instante de contemplación, este magnífico sargo.
Después de este acecho, en la siguiente bajada decido observar un boquete haciendo uso de la linterna que recientemente había adquirido, concretamente la JF0, o sea una linterna de una marca comercial pero modificada por José Félix, Y por fin da circunstancia de mirar un boquete y que hubiese un pescado, concretamente otro sargo de buen porte que consigo de nuevo su captura. Así es la pesca después de 2 horas de continuas bajadas y no lograr nada en dos bajadas seguidas 2 peces.
Estas dos capturas, provoca una subida de ánimo que hace más llevadero el frío reinante. Insisto por esta zona pero ya no localizo ninguna pieza que me llame la atención y decido llegar hasta el punto que a priori tenía pensado llegar que sería la mitad del trayecto para luego retroceder hasta el punto donde inicié la jornada. Aquí en esta zona probaré la técnica de la espera. En el segundo intento, a una distancia del fondo de arena se va dibujando la forma de 2 peces que vienen de frente, poco a poco más definiéndose perfectamente sus características, un par de magres (herreras). Declino intentar la captura de la que viene un poco atrás y más arriba. Tras el intento observo el lateral izquierdo y derecho para intuir se merecía la pena insistir en esta zona o empezar el regreso. Una vez el mabre en el pasado decido ir de vuelta.
A pesar del incremento de capturas ya el frio volvió a mi para ya no irse. Era momento de ir regresando y haciendo algun acecho o intentando mirar al boquete pues la técnica de la espera con el frío pues como que no. Ya rendido también al cansancio estaba en superficie haciendo una mezcla de mirar boquetes con acecho cuando sale disparado un nuevo sargo, confio plenamente en el ENAS, y en un lance con movimiento lateral incluido logro una captura que me llamó la atención lo rápido que sucedió todo. Podríamos definirla como una captura puramente de instinto, pues se entra en juego la mente no hubiese sido posible. Finalizo la jornada con otra captura de un sargo al agujero.
Las últimas semanas sabía que próxima estaría la fecha donde me volvería a sentar para escribir lo vivido en una jornada de pesca. En esta salida no logré una gran captura pero si logré salir de nuevo lleno de sensaciones. Una de esas sensaciones era la necesidad de ser agradecido a todas las personas que se alegrarían de saber que no solo he vuelto a pescar sino hasta incluso a escribir un relato. Especial mención a mis niñas, mi familia, amigos, a mi seño de niño y a quien creyó / apostó en el «amigo pez». Con cariño, Gracias.