Alguna vez sueño. Primera parte: La dorada

En un mundo de ilusiones como es el de los sueños ¿cómo evitar soñar con algún lance de pesca?. Esos sueños mantienen en muchas ocasiones la ilusión y la fuente de energía para volver al agua a pesar de esas salidas de pesca que acaban sin lograr un objetivo previamente … soñado.
Siendo el mes de Marzo y tras varias salidas sin una recompensa, planeo una salida donde espero encontrarme una pieza soñada aunque se que solo tendré una oportunidad, será todo o nada y donde quizás sea demasiado pronto para intentar esa jugada pues llevo algún tiempo pescando solo a muy poca agua y aquí será un poco más exigente. Mientras conduzco voy escuchando Nightwish, la canción que me llega más allá de los oídos es Ever Dream. Los cálculos de tiempo fueron perfectos y llego al amanecer aunque una bonita sorpresa me aguardaba. Las primeras luces del día con la luz de la luna reflejada sobre el mar que me acogería en breve. Vuelvo a escuchar la canción mientras observo esta imagen sacada de un sueño mágico.

 

Amanecer mágico
Amanecer mágico

Toca dar duro a las aletas para llegar al punto donde quizás pueda ver una pieza, voy aprovechando mi avance para ir haciendo apneas y cogiendo más profundidad con el objetivo de que al llegar al punto, hacer una espera o si no encuentro el punto óptimo físico y mental dar marcha atrás. La temperatura del agua aun no ha subido demasiado y quizás no logre ver dentones, pero eso no me frena en mi avance. Ante la ausencia de peces en las inmersiones mi atención se dirige al dulce bailar de la posidonea que logra en varias de esas inmersiones acompañarlas con ese baibén contagioso que relaja aun más el cuerpo y entrega una paz sin igual a la mente.
Al llegar al punto deseado las sensaciones son buenas y decido relajar en superficie, vienen a mi mente imágenes de vivencias reales agradables, mezcladas con imágenes sacadas de sueños, ninguna de ellas de acciones de pesca, la inspiración y expiración cada vez va mejorando, las pulsaciones descienden y la mente termina de liberarse, ya no hay imágenes tan solo sensaciones. Ha llegado el instante de descender.

 

En los primeros metros todos mis sentidos verifican que estoy preparado y llegaré al fondo relajado. Elijo para posicionarme una piedra que a su vez tiene algo de posidonea que en caso de necesidad me ayudará a ocultar mi mirada si hay algún pez que me interese; aparte tendré una posición un tanto elevada facilitando la visibilidad, la cual se complica si caigo en el manto de posidónea hundiéndome de más. El objetivo era vivir un nuevo sueño, ver una entrada de un pez ilusionante. Esta vez no me importaba repetir salir del agua sin ninguna pieza pues ya llevo unas cuantas salidas así acumuladas. Unos sargos, tienta mi instinto, pero no son mi objetivo. A lo lejos observo una dorada, que en vez de acercarse se aleja. En su trayectoria se cruza con una segunda dorada, y tras ese cruce ambas toman la misma dirección que las aproximan a mi. Están lejos y se aproximan despacio, la apnea poco más dará de si. Giran de nuevo y me ofrece la posibilidad de capturarla. Intento aprovechar este instante pues aunque lo mejor sería intentar alargar más para ver si entran más decididas, prima la apnea y el intento ya está hecho.

Fallo en la espera a una dorada
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Salí buscando una oportunidad y al final la tuve, acabando no como en el sueño, pero no hay nada como vivir la oportunidad y saborear también el final no esperado. Volveré a soñar, volveré a vivir, volveré a saborear la derrota y la victoria.

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