Denton

Alguna vez sueño. Segunda parte. El dentón

Y volví a soñar con una salida de pesca. ¿Y por qué se sueña? quizás porque hayamos vivido experiencias a lo largo de nuestra vida que sepamos que no se volverán a repetir (esto me lo copio), no volveremos a vivir una como esa, pues son momentos mágicos sacados de la vida, instantes que mantienen vivos nuestros sueños, nuestra esperanza de seguir viviendo instantes. Y en la pesca como en la vida, o la vida como en la pesca se tienen instantes que no volveremos a vivir.
¿Recordáis el anterior relato? Aqui, puedes consultarlo si no lo recuerdas. Este podemos considerarlo como la segunda parte.

En esta salida cambié el horario de pesca y volvía al mar por la tarde como acostumbro a hacer. Elijo una cara donde bate el mar, no lleva demasiado tiempo el mar levantado y aunque esté algo fuerte es pescable perfectamente y la visibilidad va variando pero más o menos unos 4-5 metros, o incluso algo menos en función de los puntos. La cámara quedó en casa, pues quería estar centrado únicamente y exclusivamente en intentar capturar una pesquera decente que volviera hacerme sentir la fiebre de la pesca. No quería estar pendiente de encender/apagar cámara. Desde el inicio en esta jornada voy cargando en segunda muesca, pues decidí meterme en el agua con el Enas black 90 que uso con varilla de 6’5mm. Tenía la corazonada que la mayoría de las piezas de hoy bastaría con cargarlo en la primera muesca, pero hoy tenia que salir «la pieza».

Haciendo algunos acechos logro la captura de un par de sargos.  Una vez explorada esta técnica varío un poco y decido ponerme a hacer esperas, una tras otra, hasta que logro hacer otro par de piezas esta vez dos galupes. En mi erre que erre insisto en la zona, y conforme va pasando el tiempo mi corazonada es mayor. Se que de nuevo volveré a tener la oportunidad de una buena pieza y aunque sea una sola oportunidad se que la voy a tener.

 

En superficie, dejo de luchar y corregir continuamente mi posición, me dejo relajar con la resaca del mar, en otras circunstancia estar en este punto en ese instante debería ser un incordio pero es justo al contrario es un placer sentirte parte del mar, logro fácilmente relajar e inicio el descenso, el cual aprovecho para ir haciendo un acecho por la pared que voy descendiendo, no obstante no voy a llegar hasta el fondo. Me quedo posado sobre una piedra a media agua con mi vista dividida entre observar el horizonte o prestar más atención a la parte inferior. Lo que se inició como un acecho se ha convertido en una espera y de repente, la oportunidad emerge desde la profundidad. De abajo hacia arriba se presenta un dentón que al ser consciente de mi presencia hace un pequeño amago de hacer el quiebro pero decide seguir la ruta, la cual ofrece su lateral… Todo pasa muy rápido y sin tiempo de más reacción mi brazo ya se movió y mi dedo presionó justo cuando el lateral era gigantesco, no era viable el fallo. Intento frenar la arrancada del dentón pero no es opción y desaparece por allá abajo en la niebla. Sin dudar me dirijo a superficie, el lance ya estaba, y el desenlace dependía de como de enrocada había quedado. Ya en superficie las pulsaciones no bajan tan rápidamente como me gustaría, así que me tomo mi tiempo antes de bajar. El descenso lo hago intentando no perder de vista el cabo del carrete. Está bastante turbio, entre el mar de fondo y el revuelo del dentón había una espesa niebla. Logro divisar el reflejo del acero, es la varilla pero la observo muy quieta. ¿ Habrá desgarrado el dentón? Ojalá que no pero al verla tan inerte, no dejo de pensar en esa posibilidad, la cual se esfuma al tirar del cabo y coger la varilla. Al traerla hacia mi, empieza el tembleque inconfundible de una buena pieza. Con ella, ya entre mis manos, subo a superficie con mi preciada pieza, un Dentón.

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Aquel día antes de entrar al mar, volví a escuchar una canción. Volví a escuchar Ever Dream para vivir un sueño.

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