2014-02-18
Me llevé un chasco al llegar al mar y observar el color y fuerza del mismo. Esta vez no habría sorpresa en el agua, quizás haciendo todo muy bien podría lograr alguna captura de peces más comunes aunque a decir verdad bien ricos para comer que es lo que importa. La jornada sería un reto interesante para comprobar si he mejorado en la adaptación al medio líquido, observaría que tal responde las cervicales al exigirle, durante toda la jornada un esfuerzo extra que supone acechar a cota 0, durante toda la sesión, unas 3 horas, más que nadando reptando por el agua y rocas.
Al entrar al agua noto que el agua está más fría que hace unos días. Ya una vez dentro del agua me dejo sentir, adapto la mirada al color y luminosidad del entorno, escucho el mar, el aire que hay fuera, percibo el vaivén del mar sobre mi cuerpo, me vuelvo si cabe más líquido, Intento acompasar mis movimientos al agua.
Continúo acechando, ya he apagado hasta la cámara no creo que tenga la fortuna de toparme con algún pez decente, cuando de pronto me encuentro con un mujol en medio del predregal, esta vez si he acertado, en un tiro rápido logro la captura de un mujol. Esto me anima un poco, vuelvo a encender la midlan y proseguir otro poco más, ya luchando cara a cara con el frío. Me vuelve a sonreir un poco la suerte. Me paro y observo que tengo 2 posibilidades, ir por la derecha de la piedra que tengo enfrente o ladearme hacia la izquierda. La intuición me lleva hacia la izquierda, cruzándome de nuevo con otro mujol solitario, que logro capturar.
Al recordar los momentos vividos en esta salida me viene una adaptación al poema de Mario Benedetti, quedaría así como…
somos mucho más que dos