Una vez que eres un apasionado de la pesca cuando realizas un viaje a zonas de costa, es inevitable observar el entorno buscando signos de tu afición, si hay alguien pescando, en como está el mar, en las diferencias del agua con el mar que sueles frecuentar. Esos momentos aún los recuerdos de viajes pasados a la costa de Galicia, unos viajes bonitos donde siempre me faltó disfrutar de la pesca. El hecho no era hacer unos pesquerones increibles, bueno en realidad algún sueño si, pero ya siendo más racional lo más importante era el pescar en otros mares. Las jornadas fructíferas suelen llegar una vez que conoces el mar y para ello hay que pescarlo, cuantas más veces mejor conocimiento.
¿Un viaje a Galicia y probar océano Atlántico y el mar Cantábrico? y ¿por qué no? He sentido en los últimos meses una gran confianza en mi. Si salía el viaje allí que me metería. La lubinas casi descartaba imaginarme pillar una, aunque fuese una robaliza, quizás con algo de suerte algún sargo si se dejaba pescar. Los mujoles debía quitarmelos de la cabeza, otros mares otros peces apreciados, entre los cuales, allí arriba, no se encuentra los mujoles.
Aprovechando que mi buen amigo Samu andaba por su tierra, cuadré un viaje de 999Km para vivir la aventura de pescar en otros mares. Un viaje aprovechado al máximo, con una compañía fantástica, donde se pudieron dar 2 salidas de pesca, una de ellas con agua bastante asequible y la otra salida resultó más complicada, que en condiciones normales de ausencia de mono de pesca, era para quedarse en casa. Aprovecho para comentar públicamente que me parece una soberana estupidez prohibir la pesca submarina en las rias gallegas, pues con ese mar tan fuerte es un sitio donde al menos se podría disfrutar un poco de esta afición cuando la mar bate, total teniendo el agua que se podría pescar sin arriesgar, nos tuvimos que meter … Bueno eso más adelante lo iremos descubriendo.
6 minutos y 10 segundos es lo que tardó en acercarse una lubina al echarme por primera vez a pescar en otros mares. Recuerdo los primeros segundos intentando coger el ritmo del agua, ajustando las gafas, luchando para bajar las pulsaciones, y en eso que llegó ese instante. Dejé pasar un par de olas que venían más fuerte y tras la segunda fuerte detrás de la estela surgió ella aprovechando el avance del agua, yo apenas me había movido y estaba en posición de intentar … iba a decir su posible captura, pero realmente el tiro fue así, sin pensarlo y resultó que capturé mi primera robaliza.
Por supuesto que en alguna ocasión había imaginado pillar al menos los 3 peces normales de allí, Sargo, Lubina y Pinto, pero era algo que realmente sabía que complicado sería.
Cambiamos alguna vez de sitio pues el pescado andaba un poco parado, por falta de mar. La clave estuvo en el momento en que un sargo que a priori estaba chupado me rompió la cara en su estampida. Me enseñó que allí algunas veces se pueden encontrar parados en medio de la ancha y larga laminaria, y que allí quietos no se quedan toda la vida. Tras ese encuentro la cosa cambió y empecé a pescarlos. En el vídeo que expongo podréis observar esta escena que os comento (1’55» a 2’15»). El primero de ellos, tras mirar un boquete alzo la vista y veo un sargo que asoma por la laminaria, un pequeño acecho y logro la primera captura de un sargo.
Antes de finalizar la primera jornada paramos en una pared ya con un poco más de mar y eso se notó con la presencia de más pescado, en este último tramo logré la captura de algún sargo más, al acecho y pescando al boquete, lástima que la bateria de la cámara se agotó. En el último lance de la primera salida visualizo una sombra parecida a una maragota pero que se movía diferete, al acercarme observo que era un pinto y logro su captura.
Pusimos fin a esta estupenda salida de pesca, con Samu, Macu y yo en el agua, Alberto haciendo de barquero a un nivelazo impresionante. Como nos controló a los 3 en el agua. Compartir estos momentos con gente así convierte el momento en más mágico si cabe. Siendo verano se me quedó corto el traje de 5 mm, ya que hubo un rato que intenté hacer esperas pero el frío me pudo. Haciendo una pesca más dinámica el espesor del traje estaba perfecto.
O Portiño.
Ya había visto más o menos la distancia entre Viveiro (Lugo) y O Portiño (A Coruña) y era una escapada que si tenía ocasión la haría con mucha ilusión. No sería una salida de pesca normal, sino más bien sería pescar un rato de tranquilidad en recuerdo a mi amigo Ramón Boto (Karayo). La anécdota de esta salida es que el bueno de Ramón debió toquetear el GPS y me pasé de frenada llegando a otro Portiño pasado la Coruña. Volveré ;-). Aunque no era ese O Portiño algo sentí al darme un capuzon en esas aguas, no se si serías tu o el agua helada, pero que carallo, se me puso la piel de gallina, «cagondiola¡¡¡».
El segundo día de pesca fue más complicado, por el estado del mar, de fuerza era asumible, estar en superficie más o menos se podía estar. Lo complicado era que por debajo había movido mucho, la visibilidad era mala y la corriente por abajo era fuertecilla. Samu aún sabiendo que el agua no estaba, se prestó a llevarme a algún rincón y no dejare solo en el agua. De antemano sabía que era día de hacer porra pero mi interior también me decía que tenía que ir a esa mar, verme en la lavadora como otras veces me he imaginado. Es realmente complicado per tu su magia estar ahí dentro, salí si cabe con las pilas mucho más recargadas, esa energía del mar pude guardarme algo de ella en mi interior. No logré pillar ningún sargo, vi 3 y a dos de ellos inteté su captura, pero fallé, verlos en esas condiciones e intentarlo ya fue todo un premiazo. Samu esta última salida (por el momento) en Galicia no podré olvidarla fácilmente. Macu, Alberto ojalá nos volvamos a encontrar bien allí arriba o por aguas más cálidas.