Aquellos jueves mágicos de buenas jornadas de pesca, aun quedan en mi memoria, sin tener aun la respuesta al ¿por qué?, pero los jueves eran especiales. Al estar esta semana de vacaciones me reservé el jueves para salir un rato, en honor a aquellas jornadas de antaño. Una salida de pesca con caña desde el zorros de mar, sin nada preestablecido. El día anterior hablando con Edu, me preguntaba que íbamos a planificar en la salida. Le sorprendería mi respuesta, un simple, vamos a improvisar, sobre la marcha. No soy muy dado a no tener la salida bastante planificada, pero era jueves, y realmente el plan era improvisar y que la suerte dictase el resultado. Si se daban las circunstancias acabaríamos practicando pesca de currican de fondo, si asomaba algo la suerte lo echaríamos todo a la suerte. Mi agradecimiento a Ramón, que esta vez no nos acompañó, pero si los conocimientos que nos ha enseñado. Sin él esta pesca no se hubiese producido.
4:15 AM, suena el despertador y empieza la jornada, cargar el coche, recoger a Edu, su hijo y a las 05:00AM conduciendo. Una vez en el puerto de la Torre de la Horadada, partimos con las primeras luces del día. Ponemos en práctica la pesca con pajaritos. Ya la suerte nos dio la primera pista pues nada más caer el primero, salió la primera pieza. Al cabo de un buen rato una segunda pieza. Sobre las 8:30 AM, comento que vamos a cambiar de modalidad. Vamos a confiar en la suerte y vamos a por el triunfo total. Si sale todo bien, dos buenas piezas nos llevaríamos.
Cambiamos de zona de pesca y preparamos los artes para la pesca de currican de fondo. La sonda va mostrando que hay actividad en la zona, pero el GPS pierde cobertura de satélites y no se consigue hacer una trazada buena. Aplicamos uno de los principios informáticos, vamos a reiniciar… Tras el reinicio, consigo la trazada buena. Justo en el giro de vuelta veo la puntera de la caña marcar una picada, podría ser que el plomo está tocando el fondo, o por fin, la ansiada picada de un malote. No parece el toque del plomo con el fondo, no es tan seguido el movimiento de la puntera. Al coger la caña, ya siento que la picada es real y empiezo a recuperar la pieza. Todo sale de pedir de boca y conseguimos embarcar un buen dentón. Durante unos segundos una sonrisa se dibuja en mi cara, esta vez me ha sonreído la suerte en la pesca.
Ya puestos, ¿por qué no podía sonreir de nuevo?. Pasados unos minutos tras la captura del dentón, en mitad del recorrido, vuelvo a observar movimiento en la puntera de la caña, esta vez lo tenía claro, no era toque con el fondo, esto era otra picada. Edu la caña, cógela es una buena picada. Esta vez es Edu, el encargado de recuperar la pieza. La recuperación es preciosa con continuas arrancadas del pez hasta que logramos visualizar la pieza, es una lecha, que finalmente logramos embarcar en el zorros de mar. Una segunda sonrisa aparece. ..
Tras la actualización de la web, 2018, aprovecho para editar esta entrada. Fue una jornada bonita en cuanto a la pesca, aunque una jornada bastante dura, de tener al lado a una persona que tantas veces yo traté como amigo, de sentir como la traición iba tomando forma definitivamente. Tras el paso de los años, al ver este relato se me marca una sonrisa, por la suerte. Esa suerte que me hizo separarme de personas tóxicas, la suerte de poder ser dueño de mi propia vida. La suerte de ver como el tiempo pone a cada uno en su lugar. La suerte de alejarme de una mujer y un hombre que tanto me hicieron sufrir.