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Kara-yo, te echaré de menos

Amaneciendo en La Torre del Pilar de la Horadada

Esta vez quería acercarme a La Torre de la Horadada, y revisar que mi bote «Zorros de Mar» estuviese bien, mover un poco el motor, y sentir el ambiente de mar. Me daba igual si pescaba en pesca submarina o me ponía un rato con la caña, solo sentía en mi interior la llamada del mar. Incluso durante el viaje, estaba discutiendo en mi interior que iba a hacer, meterme al agua o quedarme arriba en el bote. En esta reflexión estaba presente, el resfriado coleando que llevaba encima, los últimos días que han ido pasando sin pararse la vida, mi amigo Kara-yo que falleció. A parte de compartir la afición por la pesca, la afrontábamos de manera muy similar, disfrutar de la afición, sin marcas, sin records, solo ir al mar y disfrutar. Antes de llegar al destino, mi interior ya lo tenía claro, me tenía que meter al agua, si se cruzaba una buena pieza, estaría dedicada a él, si no intentar un ranchico para la familia. Ramón, Kara-yo, ese que anda por ahí contigo observando lo patan que soy en el agua, es mi padre, dale un buen abrazo de mi parte.

Llego aun siendo de noche, y ahí está el Zorros de Mar, la lona un poco desprendida con bolsa de agua incluida, así que toca achicar agua lo primero de todo. Colocar todo dentro del bote, comprobar motor, gasolina, todo en orden así pues, procedo al despelote invernal y a enfundarse el traje de neopreno. Todo esto hace llegar a la hora justa para zarpar. Aun en el interior del puerto observo el primero momento que te hace detener la vista. Un Arco Iris, en el momento del amanecer. Una vez superada la bocana del puerto, el segundo momento, el amanecer en todo su esplendor.

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Arco iris

Al ir solo y arrastrando un resfriado, la estrategia estaba muy clara: ir a poca agua, y el primer lugar elegido sería un posible punto de encuentro con lubinas. Este sitio no tenía nada, bueno si agua :-), pero realmente los peces que he visto no superarían ni los 50 Grs. Así que cambio de zona. Esta vez, una barra de piedra a poca agua, 5-6 metros, e intentar salvar la porra. No es un sitio para sacar la pieza de tu vida, con suerte para sacar alguna piececilla suelta y parar de contar. En esta segunda zona, para poner las cosas más difícil, estaba el agua demasiado clara, como un cristal recién limpio. Los peces, son mucho más precavidos. Estoy tranquilo pero las apneas no son gran cosa, y pronto empezaré a sentir el frío y será más complicado hacer apneas buenas.

Consigo localizar un merlo, en esta barra se suelen ver, y su carne blanca están dando un buen resultado en un asado, así que intentaré su captura. Esta a una distancia que no suelo ni intentarlo, pero al llevar a «mafi», algún día tengo que poner la relación de mis arpones con los nombres de mis mascotas, intento un tiro largo con brazo extendido a la derecha, casi haciendo un ángulo de 90º con mi tronco, vamos todos los números para fallar. Vaya tirito de Mafi, ya tengo mi primer merlo (Labrus Merula) en el cinto.
Después de ese primer merlo, la mañana sigue avanzando, el sol también pero detrás de las nubes así que no siento ni el calor de su luz, y el frío… Ese si que avanza sin parar. Cuando ya casi me doy por vencido, llega el tercer momento de la mañana, posado en el fondo me veo entrar por mi retaguardia, un banco de salpas, no pretendía su captura, así que me relajo y observo como me pasarán, pero en vez de eso, van girando y marcando un círculo muy cercano a mi de derecha hacia mi izquierda, y al girar un poco mi cabeza, veo que otras están haciendo lo mismo, pero de izquierda a derecha y también haciendo un circulo. IMPRESIONANTE, como se cruzaban, marcaban una circunferencia perfecta y yo en medio de la misma. Este hecho, consigue liberarme, incluso del frío, las sucesivas bajadas si iban a ser buenas en apnea. Localizo una zona con una buena cornisa y se observan algún que otro merlo. En 20 minutos logro, capturar, con acechos 4 merlos más. Cuando me disponía a volver al bote para finalizar la mañana veo una griva, así que intento su captura pues es un auténtico manjar en el plato, un largo acecho, hasta lograr tenerle al alcance y consigo la captura de una bonita griva (Labrus Viridis).
Griva y Merlos

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