Una intuición, un impulso que te hace luchar por ese objetivo a pesar de las dificultades que surjan, no sabes el por qué, pero hay algo más que te lleva a decir:
Hay que intentarlo, se que tengo una misión y es ahora el tiempo de vivirla.
Lo sabes, pero no encuentras los argumentos del por qué no te quedas en reposo y decides por contra, la aventura.
Iba a ser la primera semana de Noviembre que tenía la ocasión de ir al mar a pescar. Algo despertaba en mi interior y se hacía cada vez más latente. Podría ser cierta la intuición o simplemente luego quedar en una simple ilusión como otras veces cuando piensas en la pesca, la diferencia es que en esta ocasión la intuición no partía de la mente, sino que provenía de un interior imposible de identificar y describir con palabras, las pocas veces que ha partido desde aquí, siempre han sido jornadas de pesca memorables.
Tocó luchar contra uno mismo, contra la fatalidad, sobreponerse y entonces ya atender a esa llamada interior. 6 días antes de la salida de pesca, con una pequeña caída doméstica. El codo derecho el primero en golpear el suelo, y la fatalidad viene a hacer acto de presencia. El brazo derecho inutilizado, inflamación del codo y adiós a la posibilidad de ir al agua. El brazo, físicamente era imposible meterlo en el traje de neopreno, eso sin contar el dolor. Una posibilidad surgió de la nada cuando mostraron en la placa que no había rotura de hueso. Era el momento de guardar fuerzas, intentar recuperarme al máximo los siguientes días y si había una posibilidad intentarlo aunque fuese difícil.
La primera lucha fue ser positivo, creer en la posibilidad de que se podría ir al mar, eso si, había que dejar de lado la idea. Al paso de los días si existiese esa posibilidad la llevaría a cabo. La inflamación fue bajando, bueno más bien extendiéndose por el brazo, y poco a poco fui comprobando que apretando los dedos, y cerrando puño, tenía fuerza en el brazo. La noche previa, me fui a la cama, con la sensación de que al día siguiente tampoco podría ser, sino que era necesario más tiempo. Tras una noche tranquila, al ponerme en pie en el alba del día, las sensaciones eran distintas. Ahora si deje sentir esa llamada interior, y antes de partir hacia la jornada laboral preparé los bártulos y los eché al coche. Tras acabar de trabajar iré al mar para intentar pescar.